Corrientes, sábado 27 de abril de 2024

Cultura Corrientes
IDA Y VUELTA LITERARIO

Respuesta a la respuesta

22-07-2019
COMPARTIR     
(Por Alejandro Bovino Maciel)  Para quienes no leyeron lo anterior: Arturo Zamudio escribió una crítica a la novela “La pasión según san ateo” que recientemente presenté en la Feria del Libro de Asunción y en “El Mariscal” de Corrientes. Respondí a ese comentario. Arturo Zamudio volvió a responder, ésta es la respuesta a “Carta de correspondencias” de Arturo Zamudio.

Caro Arturo: Si es verdad que economía es “la ciencia que estudia la forma de administrar los recursos disponibles para satisfacer las necesidades humanas y conseguir la felicidad general” jamás y en ningún momento yo podría aplaudir ningún capitalismo neoliberal que, lo sabemos, no busca ninguna felicidad general. Ha sido diseñado, trabaja y tiene como destino enriquecer a unos pocos “elegidos” a expensas del trabajo ajeno. Todas las consecuencias de esta distorsión van de la mano: el centralismo político argentino, el soñar que lo mejor sería vivir en el primer mundo, el desdeñar las luchas sociales y resignar derechos ciudadanos. Soy, básicamente, el mismo que conociste y trataste allá por los ’90 en Buenos Aires. Mis ideas sociales y políticas no han renegado del socialismo o alguna de sus variantes al que se dirige el siglo XXI, si es verdad que la historia no recula. Quizás esas ideas con el tiempo se han ido puliendo, pero en modo alguno me transformé en un ultraliberal del tipo del olvidable Carlos Menem, del Felipe González (hoy asesor de bancos) español y de muchos otros que subieron agitando las ideas de izquierda y bajaron con la derecha del brazo.

Tampoco profeso ideas centralistas. Antes bien, creo que la anomalía más grande de nuestra Argentina es que la convertimos en un rompecabezas usando piezas tomadas de aquí y de allá amontonándolas para que se arreglaran como pudieran. Así tenemos un centralismo administrativo copiado de Francia, una constitución inspirada en la de EEUU, un derecho que deviene del romano, una escuela de economistas de capellanías anglosajonas, un sistema educativo conductista... y vamos a los tumbos, como podemos porque los desacuerdos producen eso: idas y venidas, pero también son saludables porque obligan a las personas a convertirse en ciudadanos activos, que opinan, que se expresan y debaten.

La novela “La pasión según san ateo” no pretende ser un tratado de geopolítica. Ni de economía. Es básicamente ficción. Se conforma con contar una historia que puede ser pequeñita si uno se atiene a las anécdotas, pero puede tomar otra dimensión si se agrega al hilo argumental todo el contenido social en el que se mueven los personajes. Hay una ganadera, hay obreros y peones, hay una gran ciudad de Buenos Aires con signos de su descomposición, hay una Asunción del Paraguay que no cede todos sus secretos.

Una novela puede ser solo un conjunto de símbolos, o referirse a conflictos mucho más amplios y que nos involucran a todos y todas por el mero hecho de ser humanos viviendo con las mismas luchas, dudas y presiones que todo el resto de la sociedad. Cada lector o lectora le dará su contenido personal. La única preocupación que guió mi mano en el teclado fue tratar de responderme qué relación existía entre el cuerpo y la palabra. Si una condiciona al otro, o si, al revés, es el cuerpo con toda su carga física quien modela el pensamiento que se traduce en la palabra.

No intenté otra cosa que eso, pero ya varios lectores me dieron otras opiniones que acepto porque así debe ser. Cada cual se apropiará del texto con su visión personal. Pero me preocupaba mucho que un amigo como vos, que me conoce desde hace más de veinte años, me imaginara convertido en un yuppie liberal del tipo de Leonardo Fariña: hueco por donde se lo mire, insustancial y frívolo. Más preocupado por la marca de camisa y el corte de pelo que por los negocios turbios de especulación y lavado en los que, según parece, estuvo involucrado.

Yo no soy eso. Y quería aclararlo.

Gracias una vez más por el diálogo, Arturo Zamudio.