Corrientes, miercoles 24 de abril de 2024

Opinión Corrientes

Torpeza diplomática, por Alejandro Bovino Maciel

16-07-2019
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En el siglo XIX el barón de Chatelet definió a la diplomacia como “la comunicación bajo jabón”. Con esto quería avisarnos que los cables de las cancillerías necesitan lavar las palabras antes de ponerlas por escrito, pero desde los WikiLeaks expuestos por Assange, la red de redes descubrió que, además de los mensajes oficiales, existen canales subterráneos, casi domésticos, en los que corren otro tipo de versiones mucho más crudas y directas para definir ese fino espionaje político que tienen como misión cónsules, embajadores y todo el personal de una representación diplomática extranjera. Por este canal oculto el embajador británico en EEUU don Kim Darroch creyó oportuno definir al presidente Trump como:

-Inepto e incompetente

-Disfuncional

-Chiflado, estúpido e imbécil pomposo

-Inestable

Agregando que Trump necesita que se le expliquen las cosas de un modo directo porque “de otro modo no las entiende” dejando ver cierta ineptitud intelectual que socava la razón del presidente Trump.

Está de más decir que muchos y muchas tenemos desde lejos la misma impresión que don Kim, pero no somos funcionarios diplomáticos y nos está permitido expresar nuestras sospechas, mientras que don Kim, funcionario del Foreing Office sabe perfectamente que sus opiniones personales deben ser reservadas.

Ahora bien, con todos los antecedentes del WikiLeaks, ¿cómo es posible que, sin ser burro, se haya caído nuevamente en la misma trampa? ¿Será ingenuidad? ¿O será que las instituciones históricas ya se hartaron de tanta mascarada y están empezando a llamar a las cosas por su nombre? El incidente de estas revelaciones de cables diplomáticos “secretos” filtrados y publicados en el periódico londinense ‘Mail on Sunday’ le costó el puesto a Mr. Darroch que presentó su renuncia. Hay que decir que Mr. Trump tampoco desperdició adjetivos para atacar públicamente a la premier británica Theresa May de quien dijo que manejó en forma pésima el Brexit (o salida de la Unión Europea de Gran Bretaña) y especialmente al alcalde de Londres, Sadiq Khan de quien dijo que hace un “trabajo horrible” y que era “un perdedor en cuanto a su gestión pública”.

Sin embargo, a pesar de las oleadas de descalificaciones e insultos, Trump siempre interviene a cara limpia, a través de mensajes en su cuenta de Twitter, al que parece ser adicto. De algún modo este “elefante en un bazar” está revolviendo el mundo diplomático pero lo hace abiertamente, confronta con quien tiene que disputar públicamente. Da pelea cara a cara. En cambio el Foreing Office parece haberse quedado en el siglo XIX cuando su oficio era “lavar con jabón cada palabra antes de escribirla”. Esto le costó el puesto a Darroch, y no es improbable que también su carrera, ¿qué país lo aceptaría ahora como embajador? Terminará sus días, seguramente, en una oscura oficina londinense llevando controles administrativos acerca del gasto en azúcar y café de cada delegación diplomática británica. Mientras se refuerza esta arremetida de Donald Trump contra las ocultaciones cobardes de los gobiernos, que bajan las cortinas para hablar de otros mandatarios como hacen las vecinas chusmas de un inquilinato del suburbio. Trump hace rato que decidió patear el tablero y decirle en la cara a cada funcionario lo que piensa de él. En este sentido, su elección es mil veces preferible a la de madame Hillary Clinton, pionera de la ocultación y de las buenas formas que llevan a malos resultados, como su horrible gestión durante la intervención en Libia y la desastrosa campaña contra Irak. Esos modos de guantes blancos y matar con sonrisa en los labios es lo que vino a descubrir Mr. Trump. Y casi seguramente lo llevará a la reelección.

Enigmático este mundo en el que vivimos.