Corrientes, jueves 25 de abril de 2024

Cultura Corrientes
HOMENAJE EN EL CENTENARIO DEL MÍTICO DIBUJANTE EN LA FERIA DEL LIBRO

Feria del Libro - Sasturain: "Alberto Breccia fue uno de los dibujantes de historieta más grandes del mundo"

14-07-2019
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(Por Facundo Sagardoy para momarandu.com) El escritor, periodista, guionista de historietas y conductor de TV, Juan Sasturain, íntimo amigo y colaborador del mítico dibujante Alberto Breccia, celebró el centenario del natalicio de Breccia con una charla en su honor en la 9° Feria del Libro que transcurre hasta el 21 de julio en la Ciudad de Corrientes, durante la cual señaló momentos épicos en la vida y la obra de Breccia coincidentes con el esplendor de la industria de la historieta argentina en el Siglo XX.

Alberto Breccia nació en Montevideo el 15 de abril de 1919 Fue historietista. Con guiones de Héctor Germán Oesterheld, adaptó El Eternauta. Hoy es considerado uno de los mayores representantes de la Historieta argentina, ícono de la Historieta en el mundo.

Breccia fue autor de Mariquita Terremoto (1939), de Kid Río Grande (1939), de El Vengador (1939), de Jean de la Martinica (1945) con guion de Issel Ferrazzano, de Vito Nervio (1947-1948 y 1975) con guion de Leonardo Wadel, de Pancho López (1957) con guion de Abel Santa Cruz.

Creó Sherlock Time (1958-1959) y Ernie Pike (1959) con guion de Héctor Germán Oesterheld, Misión Thyuraine (1961) con guion de Leonardo Wadel, Mort Cinder (1962-1964) y Richard Long (1966), también con guion de Héctor Germán Oesterheld.

Ilustró La vida del Che (1968) con guion de Héctor Germán Oesterheld y la colaboración de su hijo Enrique Breccia en dibujos, y El Eternauta (1969) también con guion de Héctor Germán Oesterheld,

Dibujó Evita, vida y obra de Eva Perón (1970) con guion de Héctor Germán Oesterheld, obra que fue editada por primera vez en 2002.

Luego crearía ¡¡Platos voladores al ataque!! (1971); también junto a Héctor Germán Oesterheld, Squadra Zenith (1972-1974); Los mitos de Cthulhu (1973) con guion de Norberto Buscaglia sobre relatos de Howard Phillips Lovecraft; Un tal Daneri (1974-1978) con guion de Carlos Trillo; El corazón delator (1975) en base a relato de Edgar Allan Poe; El aire (1976), con guion de Guillermo Sacomano; Nadie (1977), y Buscavidas (1981) con guion de Carlos Trillo.

En los últimos diez años de su vida, su obra se enlaza a las letras de Juan Sasturain.

Nace Perramus (1983) con guion de Juan Sasturain, Drácula, Dacul, Vlad?, Bah... (1984), Informe sobre ciegos (1991), sobre una obra de Ernesto Sábato, Historias con moraleja: "El otro yo del Dr. Jekyll", "El guapo, la muerte y el tango" (1991), El Dorado, el delirio de Lope de Aguirre (1992) con guion de Carlos Albiac e "Inédito en lápiz" con guion de Juan Sasturain.

Murió en Buenos Aires el 10 de noviembre de 1993.

Su arte es recordado este año, 2019, centenario del natalicio de Alberto Breccia, como un pilar fundamental para el dibujo en la historia de la industria cultural argentina del Siglo XX.

Esta fue una de las razones por las cuales, sin más motivo que el de una invitación en honor a los libros, el escritor, periodista, guionista de historietas, y conductor de TV, Juan Sasturain decidió dedicar una extensa charla abierta en su nombre en la 9° Feria del Libro que transcurre hasta el 21 de julio en la Ciudad de Corrientes.

"Sugerí que me parecía hablar de un historietista en particular del que, por algunas razones, tuve la suerte de estar cerquita de él, que es un dibujante realmente extraordinario. ¿Muchos de ustedes saben quién es Alberto Breccia? Alberto Breccia fue uno de los dibujantes de historieta más grandes del mundo”, dijo Sasturain al iniciarla.

ALBERTO BRECCIA: 100 AÑOS DEL GRAN MAESTRO DE LOS DIBUJOS PARA HISTORIETAS


Alberto Breccia.

"Alberto nació en el año 19, es decir, él cumple en este año y, por esa razón, estamos charlando un poco de él. Se cumplen 100 años del nacimiento del viejo Breccia", subrayó Sasturain en el Auditorio Central de la 9° Feria del Libro de Corrientes, a la cual asistió invitado por el artista plástico e ilustrador correntino Eugenio Led.

"Al viejo Breccia, le decíamos viejo; yo cuando lo conocí él tenía cincuenta y pico de años y ya era el viejo Breccia, y yo ahora tengo la edad que tenía el viejo cuando se murió", expresó.

Breccia "laburó prácticamente siempre", dijo Sasturain. "Hizo historietas desde fines de los años 30´, quiere decir que es contemporáneo a la creación de Batman -de Bob Kane y Bill Finger (1939)-, en Estados Unidos", reseñó.

"Laburó como historietista desde los veinte años hasta el final, hasta el 93. Y el último que hizo fue una adaptación ilustrando sobre Borges; ilustrando cuentos de Borges hizo una adaptación del Informe sobre ciegos, de Sábato", recordó.

"Alberto Breccia, como tantos argentinos famosos, es uruguayo. Y vivió en la Argentina prácticamente toda su vida", remarcó.

"Después de los años sesenta, de los años setenta, comenzó a viajar un poco por Europa, cuando se convirtió en un señor famoso", añadió.

Sasturain también destacó que Breccia fue señalado por la Revista Times como uno de los grandes creadores de Historieta del mundo.

"¿Por qué les digo que fue uno de los dibujantes de historietas más importantes del mundo?" A él no le importaba nada de eso... Unos años antes de su muerte en el año 93, en la Revista Times en Estados Unidos hicieron una nota dedicada a la Historieta Comic, que es lo mismo. Historieta es el nombre que le hemos dado en Argentina, el nombre que históricamente hemos dado en Argentina, un poco despectivo, Historieta, pero bueno, si es nuestro, por eso, los que empezamos leyendo Historieta le seguimos diciendo Historieta, siempre, no tiene un valor menor ni mayor que el Cómic, o fomento, o tebeo, o como lo dicen en cualquier lugar del mundo. Bueno. Les decía. En un número especial de la Revista Times, a comienzos de los años noventa, noventa y dos, noventa y tres, dedicado a la historieta como arte, el cómic como arte, que viene con una lista de grandes creadores, uno de ellos era este señor veterano del que vamos a hablar", afirmó.

Por entonces, en Argentina florecía una industria cultural muy poderosa relacionada a las historietas, dijo Sasturain.

"Yo tuve la suerte de conocerlo a Alberto, de la mejor manera que tuve de conocer a alguien. Cuando era pibe, yo soy del cuarenta y cinco, es decir que pertenezco a la generación de los últimos privilegiados. Me crié, fui chico, en el cuarenta y cincuenta, que fue en la Argentina un momento para la Historieta impresionante. De muchísimo desarrolló. Digo impresionante porque había una industria muy poderosa. Imagínense que había varias decenas de títulos distintos de historietas. Es decir, había revistas, producidas acá, dibujadas acá, guionistas de acá, algunas con patente norteamericana, otras de otro lado, pero eran generadas acá", señaló.

"Eso significaba cientos de miles de ejemplares semanales que circulaban. Pero los personajes de las historietas, los personajes de los chistes, de las revistas de humor y de las revistas de historietas, tenían la misma incidencia en la vida cotidiana que hoy tiene la tele. Los personajes derivados de allí tenían esa presencia", sostuvo.

"Los sobrenombres, todos los sobrenombres de los chicos, se sacaban de los personajes de las historietas. Esa era la popularidad, y había mucha gente que vivía de ese laburo, y no era un hobby sino que era una profesión", describió.

"Alberto Breccia fue, para que tengan una idea ustedes, participó de todo ese proceso, de un momento incipiente, que eran los años treinta, hasta el final, y le tocó ser un creador, mucho después, uno de los más importante, y en cierto periodo, logró adhesiones, en uno de los periodos de oro de la historieta argentina, que fue extendido desde fines de los cuarenta hasta comienzos de los sesenta" destacó Sasturain.

"No quiere decir que no haya habido grandes historias antes o después, por supuesto que las hay, pero en ese momento se juntó la calidad con la popularidad", añadió.

"No siempre la industria cultural genera fenómenos de gran creatividad artística, en este caso de gran creatividad narrativa, para un público general", reflexionó luego.

ALBERTO BRECCIA, EL DIBUJO EN PRIMERA PLANA


El célebre literato Jorge Luis Borges, en Perramus, de Breccia y Sasturain.

La primera obra entre Sasturain y Breccia fue Perramus, una historieta ambientada en una dictadura en Argentina, que fue publicada en la revista Fierro, en 1985, y premiada luego por la ONG de Derechos Humanos Amnistía Internacional.

En ella, un hombre sin nombre señalado "Perramus", se descubre sin memoria en el trabajo de deshacerse de los cuerpos de las víctimas del terrorismo de Estado.

Sasturain, entonces, ya había logrado su primera novela, Manual de perdedores 1 .

"Para hablar de Alberto también hay que tener en cuenta otra cosa, hoy en día las historietas, o el cómic, como se lo dice ahora, está en las librerías y está en los museos. Los artistas son famosos, ganan mucha guita. Se adaptan, fíjense, la gran mayoría de las películas de acción que hoy en día se ven en la tele, provienen de originales de historietas", recordó Sasturain.

"Porque hoy en día el cine puede hacer, puede representar, en la era digital, lo que antes sólo se podía dibujar, pero no se podía animar. Y eso pasó ¿Saben cuándo? Más o menos cuando fue la Guerra de las Galaxias, Alien, ese fue el momento en el que, digamos, el cine pudo alcanzar, y alcanzar la historieta la capacidad de poner en movimientos las imágenes que ese imaginario de historietas había desarrollado en fantasía a lo largo de décadas", remarcó.

"Piensen ustedes en que una de las primeras historietas, de las primeras historietas famosas, de ciencia ficción, de viajes interplanetarios, que se llamaba Flash Gordon -de Alex Raymond (1934)-, era una historieta de los años treinta, norteamericana. Los diarios de los años treinta, como lo eran en Argentina La Nación, o el diario Crítica, eran ¡así! Tamaño sábana. Se doblan en cuatro, incluso en ocho. Imagínense cómo se veían los dibujos", expresó.

"Era un esplendor de colores, se veían los dibujos y a grandes dibujantes ahí", dijo Sasturain.

"Es decir que el Cine, en la posibilidad de representar todo lo que había pensado a partir del dibujo, se fue alcanzando, y hoy en día está viviendo juntos", añadió.

"Alberto Breccia proviene de aquella época", subrayó.

Juan Sasturain nació el 5 de agosto de 1945 en Adolfo Gonzales Chaves, Buenos Aires. Es escritor, periodista, guionista de historietas, y conductor de TV. Egresó en Letras y fue docente de Literatura. Escribió para Clarín, La Opinión y Página/12. Fue jefe de redacción en Humor y Superhumor. Dirigió la revista Fierro. Condujo "Ver Para Leer", y, en la actualidad, "Continuará" y "Disparos en la biblioteca".

Luego de Perramus, Sasturain publica Manual de perdedores 2 (1987), Arena en los zapatos (1989), Los sentidos del agua (1992) y El domicilio de la aventura (1993), hasta encontrarse nuevamente con Breccia en Versiones (1993).

HACER HISTORIETAS EN LA INDUSTRIA CULTURAL ARGENTINA

Sasturain, dedicó un extenso fragmento de charla a destacar el perfil de artista en Breccia, moldeado bajo fuego en el seno de la industria cultural argentina del Siglo XX.

"El viejo decía siempre que él se había hecho dibujante para salir de la tripa, de la mierda y del barrio de Mataderos, y nosotros, sus lectores, admiradores y biógrafos, le decíamos "No...vos siempre fuiste de vocación artística", recordó Sasturain.

"Entonces, lo que uno ve, las primeras cosas de Alberto, publicadas ya en los años treinta, es que tiene unas cosas en las que realmente dibujaba mal. Alberto tuvo tres hijos, y uno, Enrique, que tiene mi edad, más o menos, es un genio, siempre dibujó bien, a los veinte años ya dibujaba tan bien como el padre. Alberto no", comparó.

Alberto, "hacía dibujo humorístico, porque era lo más fácil, porque no tenía que lidiar con la anatomía, con cómo se dibujan los brazos, cómo se dibuja una oreja. El dibujo realista te exige y, de Miguel Ángel para acá, de los griegos para acá, las cosas son así. Como dice un gran dibujante de historietas: yo no discuto con Dios", sostuvo.

"Alberto no sabía. Una de las cosas hermosas que tiene el caso de Breccia es que en él no están separadas la vocación o la actitud artística, con el laburo. Para él, dibujar siempre fue una forma de ganarse la vida. Si mejoró fue porque mejoraba en tanto y en cuanto mejoraba lo que hacía. Eso es muy hermoso", expresó.

Alberto "es un dibujante crecido en la industria cultural", subrayó Sasturain.

"En eso se parece a tantos artistas contemporáneos. A los músicos, por ejemplo, que son contemporáneos, el fenómeno de la historieta argentina es contemporáneo al fenómeno del tango de los años treinta, cuarenta y cincuenta. ¿Cuántos instrumentistas se formaron allí? ¿Cuántos creadores escribieron tango? ¿Cuántos poetas escribieron letra? Haciendo trabajos, compartía con toda la gente", reflexionó.

"Alberto es un artista de ese tipo", remarcó.

"Lo que pasa es que en el camino, en el camino de su trabajo, digamos para vivir, le fue encontrando el gustito a la oficina, y tuvo la virtud, como tienen los grandes artistas y los grandes creadores, los grandes músicos, o lo que sea, de saber oír, y de saber mirar o de saber elegir, a quién mirar, a quien seguir", continuó.


El triángulo verde, primer capítulo de Vito Nervio.

"La primera historieta que Alberto Breccia hizo durante muchos años en la revista "Patoruzito" era una historieta que salía en este tamaño, en una página por semana, que se llamaba "Vito Nervio"", recordó.

"Vito Nervio era una historieta de un detective argentino que andaba por el mundo con un ayudante negro que se llamaba Alí, un ayudante como el de Mandrake el Mago", apuntó Sasturain.

"Este Vito Nervio; Alberto nunca escribió sus historias. Alberto hizo Vito Nervio, que fue la mejor historieta que hizo durante mucho tiempo, desde el año cuarenta y cinco hasta la posterioridad de los años cincuenta", destacó.

"En algún momento de su producción industrial de aventuras, empezó a tomar conciencia de que el instrumento que estaba manejando le pedía más, y había más cosas que él podía contar. Estaba trabajando por debajo de sus posibilidades", señaló luego.

SHERLOCK TIMES: LA PRIMERA OBRA MAESTRA DE ALBERTO BRECCIA


Sherlock Times, Oesterheld-Breccia

Sasturain, también destacó la estrecha relación entre Héctor Germán Oesterheld y Alberto Breccia y opinó que Sherlock Times fue su primera obra maestra.

"En el año cincuenta y siete, cincuenta y ocho, cuando ya tiene cuarenta años, ya no es un pendejo de treinta y ocho, de treinta y nueve, se encuentra con un guionista, es decir, con un escritor, narrador, que le cambió la vida. Ese guionista era el autor y el responsable de una serie de revistas que salieron en ese momento y que nosotros que éramos chicos, de doce años, de trece años, empezábamos a leerlo, una revista que se llamaba Frontera, Versero, Versero Semanal, eran revistas de aventuras, de cowboy, de guerra, la primera de ciencia ficción. La diferencia que tenían esas revistas que llevaba adelante este guionista que se llamaba Héctor Germán Oesterheld, era que estas historietas eran mucho mejores que todas las otras. ¿Por qué? Eran mucho más adultas. No subestimaban al lector. Aunque el lector tuviera diez u once años, lo trataba como un adulto", dijo Sasturain.

"Oesterheld es, con un dibujante que se llamó Solano López, el responsable de una historieta que se llamó "El Eternauta", que se publicó en los años cincuenta y siete, cincuenta y ocho, cincuenta y nueve, y que es una historieta de ciencia ficción que cuenta una invasión extraterrestre en Buenos Aires, en la época contemporánea, mientras gobierna Frondizi. Oesterheld es el autor, con Hugo Pratt, de historietas de guerra de un corresponsal de guerra, que se llamaba "Ernie Pike", recordó.

"Oesterheld es, seguramente, el mejor escritor de aventuras que ha dado el país. Nunca escribió una novela, lo único que escribió, nada menos, fue Historieta. No hizo otra cosa. Y es uno de los grandes narradores argentinos de la segunda mitad del siglo. El creador de uno de los relatos más importantes de la segunda mitad del siglo, como lo es "El Eternauta"", dijo Sasturain.

"Es importante porque es un relato poderoso y es un auténtico mito. Y no siempre los relatos literarios generan mitos", destacó.

"Alberto Breccia, a los cuarenta años, se encuentra con Oesterheld y Oesterheld le da un guion", señaló.

Breccia "estaba acostumbrado a trabajar dieciséis cuadritos en una paginita. ¿Cuántas páginas? (preguntó entonces Breccia a Héctor Oesterheld) "Las que quieras" (respondió Oesterheld). El personaje se llamaba Sherlock Time, es decir, una especie de detective del tiempo y del espacio", narró Sasturain.

"Sherlock Time era un personaje con una pipa muy moderna. Estoy contando con mis ojos de pibe. Que vivía en el barrio de Belgrano. En una casona semiabandonada. La cúpula estaba cubierta por una enredadera y, en determinado momento, la enredadera se interrumpía, llegaba hasta cierta altura y después se interrumpía. ¿Por qué? Al final del primer capítulo te vas a dar cuenta. Porque esa cúpula no es una cúpula, es un cohete. ¡Qué otra cosa podía ser! Vos apretabas ciertas cosas en la cúpula y de ahí al espacio. Del barrio Belgrano al espacio", comentó.

"Y esas cosas doce o catorce páginas del primer episodio de Sherlock Time que se llama La Gota, son la bisagra en la obra de Alberto Breccia. El guion de Oesterheld, que Oesterheld lo incitó a dibujar, se volvió una obra maestra", opinó Sasturain.

"Sacó (de Breccia) todo el costado negro que tenía él adentro, toda la parte oscura, toda la parte misteriosa", argumentó.

"A los cuarenta años (Breccia) dejó de ser un gran dibujante rutinario para comenzar a ser lo que realmente era, un artista, dejar de ser un dibujante industrial", afirmó.

"A partir de ahí, no para más", sostuvo. 

MORT CINDER: UNA OBRA DE CULTO

Sasturain también se detuvo en Mort Cinder, una fenomenal historia de viajes en el tiempo creada por Breccia y Oesterheld entre 1962 y 1964, hoy considerada obra de culto.

“Alberto hizo una historieta con Oesterheld que se llama Mort Cinder. Mort Cinder; Mort, Muerte, Cinder, Ceniza: Muerte y Ceniza. Mort Cinder ¿Qué es? Mort Cinder es un inmortal, pero es un inmortal que se muere, se muere cada vez para volver”, continuó Sasturain.

“¿De dónde le viene la idea de Mort Cinder a Oesterheld? Le viene de la idea de el Eternauta”. Él acababa de escribir El Eternauta. Y ¿qué es Mort Cinder? El Eternauta, ustedes saben, está condenado a recorrer el tiempo y el espacio infinito con el pretexto, tan gracioso, a su mujer y a su hija, perdidas en el espacio. Y la historia que leemos en El Eternauta es cómo ese hombre se convierte en otra cosa, peregrino del tiempo y el espacio”, señaló.

“¿Y por qué hacía eso? ¿Por qué inventó un Eternauta Oesterheld? Porque a Oesterheld le interesaba contar; poner una conciencia, una persona, que contara ubicuamente distintos momentos de la Historia de la Humanidad; que pudiera estar en la Torre de Babel, que pudiera estar en la guerra mundial, que pudiera estar en el Oeste, que pudiera aparecer en la Revolución francesa, que pudiera estar en la esclavitud, que pudiera estar en la cárcel. Es decir, alguien que fuera testigo de toda la Historia de la Humanidad... de Hiroshima... y que contara lo que había visto. Tal episodio”, sostuvo.

“Bien, eso fue Mort Cinder”, remarcó.

Ezra Winston y Mort Cinder

“El primer episodio se llama Los Ojos de Plomo. Transcurre en la Londres de principios del Siglo XX, una Londres tenebrosa, y el protagonista es un viejito anticuario -Ezra Winston- que es como Breccia viejo. Siempre se dibujaba a él, habitualmente más viejo de lo que era. Un anticuario que tiene un montón; y vende en un barrio, entre localcitos chiquitos, en un barrio de Londres, vende objetos antiguos. Hasta toma un empleado, y ese empleado, ese empleado empieza a venir y a estar con él”, describió Sasturain.

“Cada objeto es motivo de una historia. Él le dice: Mirá, compré esta réplica de un barquito del siglo XVIII. Bueno. Mort lo mira y le dice: Yo estuve en uno parecido a este, pero más grande”, apartó.

“Otro día aparece una ánfora griega, una ánfora antigua, que reproduce escenas de Leónidas peleando en el desfiladero de las Termópilas, contra Jerjes del Imperio Persa”, añadió.

Mort Cinder fue elegida hace veinte años atrás en la Bienal de Barcelona como una de las mejores historietas de toda la historia del Cómic”, subrayó Sasturain.

“¿Saben qué hizo Breccia (en su transcurso) por primera vez? Cada episodio que armó, dónde transcurría, lo resolvió con un estilo diferente. Cambió la mano. No contó de la misma manera La Torre de Babel, el episodio de la Torre de Babel, como el episodio que transcurre en la guerra del XIV, como el desfiladero de las Termópilas. Cada historia la contó con una técnica diferente. Y empezó a usar técnicas plásticas, sacadas de la plástica. Empezó a usar collage, empezó a usar papeles recortados, empezó a usar aguada”, destacó.

“Ese es el momento de transición en que un artista que se encuentra con un guionista, esa dimensión, acepta el desafío, y crece como tal”, dijo Sasturain.

En Mort Cinder, Alberto Breccia cursa su obra hacia el expresionismo.

En la actualidad, la variación en la estética de Breccia ha sido merecedora de alegorías categóricas como "grafismo brecciano" debido la diversidad estilística que contiene.

CRECE LA CONCIENCIA DEL VALOR DE LA OBRA EN EL ARTISTA PLÁSTICO

En otro pequeño fragmento de exposición, Sasturain también destacó cómo en Breccia, la conciencia del valor de la obra de arte en crecimiento dentro de la producción de Historieta le permitió ingresar a circuitos de arte plástico donde aún la exposición de estas formas era incipiente.

“Lo que Breccia y Oesterheld hicieron a principios de los sesenta, no se hacía en ningún lugar del mundo, en ese entonces”, agregó Sasturain luego de detenerse en Mort Cinder.

“¿Cuándo se vio eso? ¿Cuándo la gente lo pudo ver? A diferencia de las historietas anteriores, de las que los dibujantes entregaban el original a la editorial y no lo veían nunca más, porque se lo quedaban las editoriales... ¡se quedaban con el original!. Yo he conocido grandes dibujantes que hemos publicado muchos años después cuando íbamos a escribir sobre ellos, que no tenían un carajo en su casa. Treinta años de laburo y no tenían nada, nada para colgar. Todo había quedado en las editoriales, que tampoco los usaban. Bueno. Alberto se guardó los originales de Mort Cinder. A esos no los entregó. Tenía una conciencia. Ya desarrolla una conciencia de la obra en sí”, subrayó.

Estos originales hechos sobre papel ilustración con aguada, contó Sasturain, ampliaciones de las historietas, fueron obras que Breccia presentó en la I Bienal de Arte Contemporáneo organizada por la Escuela Panamericana de Arte (EPA) en colaboración con el Instituto Torcuato Di Tella.

El evento imita la exposición “Bande dessinée et figuration narrative”, llevada a cabo en el Musée des Arts Décoratifs del Palacio del Louvre de abril a junio de 1967.

“Se hizo por primera vez en el año sesenta y ocho, una exposición de artistas de Historieta, cuyos cuadros, cuyos cuadritos se habían leído en las revistas, aparecían ampliados”, recordó Sasturain.

“Ese movimiento, que tiene que ver con el Pop Art en la Argentina, con el movimiento de la modernización de ciertos aspectos del arte contemporáneo en la mirada de (Jorge Aníbal) Romero Brest, del Instituto (Torcuato) Di Tella, Oscar Masotta y otros teóricos, es un poco un reflejo francés, como suele pasar en la Argentina. Los franceses habían descubierto las historietas norteamericanas de los años treinta y las habían llevado al (Musée du) Louvre -París-”, agregó.

“A principios de los años sesenta, ese mismo gesto se realizó culturalmente en Argentina, hasta fines de los años sesenta, y estos artistas Alberto Breccia, otro, chileno, extraordinario que se llamaba Arturo (Pérez) del Castillo, el mismo Pratt, que mencionaba al principio, y otros, tuvieron su espacio de reconocimiento dentro de lo que llamaron “La Cultura”, cosa a la cual nunca aspiraron ni necesitaron porque en lo que estuvieron siempre fue en la Historia, cosa que los artistas no suelen tener”, concluyó.

La I Bienal Mundial de la Historieta llevada a cabo en 1968 en el Instituto Torcuato Di Tella es interpretada hoy como un "momento de quiebre" en el cual un producto comercial, como entonces se señalaba a la Historieta, pasa a valorarse como "objeto de apreciación intelectual", un "objeto artístico".

La ampliación de las viñetas descontextualizadas y su ubicación en muros de exposición generan controversia dentro del campo de las Artes Plásticas y, precisamente, de la Historieta. Ocurre un "quiebre estético".

LA HISTORIETA A FINES DE LOS SESENTA, UN VEHÍCULO PARA CUALQUIER FORMA ARTÍSTICA

“Alberto Breccia a fines de los sesenta tenía cincuenta años, pasaditos. Es el momento en el que se produce su segundo gran viraje” continuó Sasturain.

“Hace dos cosas, por un lado hace junto con Enrique, la biografía del Che, el Che (Guevara) acababa de morir en Bolivia y hacen una biografía en la cual lo mejor era de Enrique, más que lo de Alberto, pero, un poco, es un síntoma de cómo la historieta ya empezaba a ser, a partir de entonces, a fines de los sesenta, vehículo para cualquier forma artística”, señaló.

“Ya dibujar historietas no significaba que eras un artista menor. Ya a esa altura hay obras maestras. Si en algún momento se discutió, hasta los años cincuenta, si el Cine era arte o no era arte, si la Historieta era arte o no era arte, son los autores y las obras los que demuestran que sí”, sostuvo.

“Quiere decir que la posibilidad de darle espacio a la creatividad y conseguir una obra valiosa para siempre, y que simultáneamente sea popular, no depende del soporte”, afirmó.

“Puede ser música popular, puede ser la tele, puede ser la radio, lo que importa es la capacidad creativa. El medio no condiciona tanto como para hacer que lo que sea masivo sea malo”, opinó.

“En ese momento, Breccia es descubierto con esta exposición, es descubierto en Europa, le compran todo lo que había hecho y lo empiezan a publica allá, en Italia, en Francia, y es entonces cuando, por primera vez, empieza a producir no por encargos sino a partir de su propia elección, y una de las primeras cosas que hizo fue recuperar sus lecturas de adolescencia, que era su gusto por la literatura de terror, toda esa zona oscura que alguna vez tuvo”, señaló Sasturain.

“Y una de las cosas que Alberto también hizo fue adaptar en Historieta distintos relatos de Howard (Phillips) Lovecraft. Alberto fue el primero que llevó a Lovecraft a la Historieta”, destacó.

“Y lo hizo con el mismo criterio que en Mort Cinder, cada una de las historias de Lovecraft está resuelta de una manera referente al clima que tenga. Algunas son puro lápiz, algunas son collage, algunas son más realistas”, sostuvo.

“Una de las vertientes más lindas que tuvo fue el trabajo de adaptación. Adaptó, hizo historietas con distintos autores”, afirmó.

“Hizo adaptaciones de acuerdo a lo que le sugería cada uno de ellos”, indicó.

En paralelo, Breccia “seguía produciendo historietas más de batalla, digamos, con un dibujo más convencional de aventuras, con las cuales vivía. Seguía, de algún modo, dibujando Vito Nervio, expresó.

“Fue ahí, a fines de los años setenta, los años setenta y nueve, ochenta y ochenta y uno, que tuve la posibilidad de conocerlo, a Alberto”, recordó Sasturain.

“Yo en aquella época laburaba en Ediciones de La Urraca, empezaba a trabajar en Ediciones de La Urraca que era la editorial de la Revista Humor, que también quería hacer una revista de historietas que se llamó Superhumor, de la cual yo tuve responsabilidad. Y en esa época, yo hice un reportaje a Alberto porque estaba siempre la adaptación de Sábato. Me fui a hacer un reportaje. Simultáneamente, había otro vínculo con él. Tanto es así que en un momento dado me dice: “Juan”. Yo nunca había escrito un guion de historietas. Ya tenía una novela escrita, Manual de Perdedores, que es mi primera novela, (entonces) todavía no publicada, laburaba como responsable o editor de Superhumor. Y me dice: “Juan, por qué no me escribís un guion de aventura para vender en Europa. Un guion de aventuras, una cosa bien liviana, linda, como las que hacía con Héctor (Oesterheld) y con (Carlos) Trillo”, contó.

“Así que así empezó mi vínculo con Alberto, en el año ochenta y uno, y seguimos vinculados hasta prácticamente su muerte”, sostuvo.

“Lo que pasó fue que Alberto me pidió una historia de aventuras y yo le entregué las primeras ocho páginas de historietas de lo que luego se llamó Perramus”, detalló.

“Como lo empezamos a hacer en las postrimerías de la dictadura, y la temática era una temática muy oscura, muy triste, muy angustiosa, muy trágica, tenía que ver metafóricamente con las cosas que estábamos viviendo, la historieta se hizo para ser publicada afuera, entonces se publicó en Italia, en Francia, en España y recién en el año ochenta y cuatro se empezó a publicar un poco en la Revista Fierro, una revista en la que teníamos responsabilidad algunos de nosotros, en Argentina”, agregó.

Luego de la muerte de Breccia, Sasturain publicó El día del arquero (1994), Zenitram (1996), La mujer ducha (2001), La Argentina en los mundiales (2002) en coautoría con Daniel Arcucci, La lucha continúa (2002), Buscados vivos (2004), Wing de metegol - De qué hablamos cuando hablamos de fútbol (2004) y Carta al sargento Kirk y otros poemas de ocasión (2005).

Perramus vuelve en 2006, año en el que, también, fue editada La patria transpirada (2006) y Picado grueso (2006).

Su obra avanza al año siguiente con Los galochas (2007) con ilustraciones de Liniers, El atajo (2007) en coautoría con Francisco Solano López y Brooklyn y medio (2007).

Los títulos siguientes de Sasturain serán Ver para leer (2008), Pagaría por no verte (2008), Parecido S.A. (2009), El caso Yotivenko (2009), Los dedos de Walt Disney (2010), El aventurador (2010), Perramus, una pesadilla argentina (2013) y Perramus, diente por diente (2013), en coautoría con Alberto Breccia, Breccia, el viejo (2013), Dudoso Noriega (2013), El versero (2016), Pretextos (2017), Cuentos reunidos (2017) y El último Hammett (2018).